Harina de almendras. Se obtiene de las almendras molidas, sin su cáscara. Como la mayoría de los frutos secos, se caracteriza por su bajo índice glucémico y su significativo contenido en proteínas, grasas saludables y vitamina E. Es ideal para recetas de repostería y es una de las más usadas en la alimentación keto.
Harina de arroz. Se elabora a partir de los granos de este cereal molidos o triturados. Puede estar hecha con arroz blanco o integral. Aporta carbohidratos complejos, vitaminas y minerales.
Harina de garbanzo. Es fuente de proteínas de alta calidad, fibra, minerales y sustancias antioxidantes. Además, tiene un índice glucémico bajo. Se emplea con mayor frecuencia en preparaciones saladas, aunque algunas recetas de postres pueden incluirla en cantidades controladas.
Harina de castaña. Se caracteriza por su bajo contenido de grasa y su significativo aporte de proteínas y carbohidratos complejos. Se puede utilizar como sustituto de la harina de almendras, pero se debe tener en cuenta que su sabor es más fuerte.
Harina de coco. Es una de las harinas saludables más populares. Se obtiene de los restos de pulpa de coco que quedan tras preparar la leche a través del proceso de prensado. Es junto con la de almendras, las más usadas en dietas keto. Y si bien su sabor la hace idónea para preparaciones dulces, se adapta con facilidad a recetas saladas.
Harina de quinoa. Se obtiene del grano molido de quinoa lavado. Es un alimento que aporta proteínas, aminoácidos esenciales y vitaminas que mejoran la salud de todo el cuerpo. En concreto, aporta cierta cantidad de hierro, calcio y fósforo, además de fibra, vitamina E y vitaminas del complejo B.