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Una monja logró romper el estricto protocolo y lloró frente al féretro del papa Francisco

Tiene 81 años, forma parte de la orden Hermanitas de Jesús y era amiga del pontífice.

Mientras los cardenales y obispos le daban el último adiós al papa Francisco uno por uno y respetando un muy estricto protocolo de seguridad, una monja de 81 años conmovió a todos al pararse frente al féretro. A diferencia de todos los que se despedían a la distancia y seguían su camino, esta mujer se quedó parada, a un costado, y comenzó a llorar. Se mantuvo allí varios minutos, casi inmóvil.

Más tarde se supo que se trataba de Geneviève Jeanningros, una monja de 81 años que era amiga del Papa y fue quien lo acercó a los feriantes y las transexuales de Roma.

Genevieve es parte de la orden de las Hermanitas de Jesús y es sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas secuestradas durante la última dictadura en Argentina.

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Con una mochila sobre sus hombros, se acercó discretamente a la zona donde se había colocado el féretro del papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, para rezar y llorar en silencio.

A pesar de que no formaba parte del rígido protocolo que obligaba a los cardenales, obispos y personal del Vaticano a ser los primeros en dar el adiós al pontífice, nadie se atrevió a decirle a la religiosa que ese no era su lugar y allí permaneció durante varios minutos.

La 'enfant terrible' llamaba el papa Francisco a esta religiosa que se dedica desde hace 56 años a asistir a las mujeres transexuales y a los feriantes de Ostia, la costa de la región del Lacio.

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Sor Geneviève empezó cada miércoles a llevar a las audiencias generales a grupos de homosexuales y transexuales, muchas de ellas que ejercen la prostitución en esta zona degradada a las afueras de Roma.

En medio de la pandemia del coronavirus, junto con el párroco de la Santísima Virgen Inmaculada de la localidad de Torvaianica, Andrea Conocchia, llamó a la puerta del cardenal limosnero Konrad Krajewski para que llevase ayuda a las personas que trabajan en las ferias y a la comunidad trans: unas 40 o 50 personas, muchas sudamericanas, que ya no podían trabajar.

Un miércoles acompañó a Claudia, a Marcella y a muchas otras transexuales para que conociesen al papa. "Incluso una fue asesinada poco después. Se habían tomado una foto con el papa, se la llevé y él rezó por ella", contaba a los medios vaticanos.

La monja consiguió incluso el 31 de julio de 2024, que el Papa visitara el parque de atracciones de Ostia para encontrarse con los feriantes.

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