Hasta aquí, las pruebas beneficiaban a Peláez, que es investigado por suministro de drogas y privación ilegítima de la libertad. La magistrada, no obstante, debe escuchar a la presunta víctima antes de tomar una decisión.
Aunque el caso se maneja bajo el protocolo de trata de personas y la mujer declarará en Cámara Gesell, bajo la figura de “testigo de identidad reservada”, esa hipótesis está descartada.
Entre las medidas pedidas por Capuchetti, se destacan las pericias a celulares, el análisis de cámaras de seguridad, el testimonio del director de toxicología del Hospital, Carlos Damin, y la palabra del psicólogo y psiquiatra que tratan a la mujer en San Juan.
El psicólogo señaló que la pareja del imputado hace terapia de forma discontinuada desde hace dos años. La falta de patrón se debe a su situación anímica, que no siempre le permite asistir, según dijo el profesional.
¿Qué motivó el inicio de las sesiones? “La dificultad para la convivencia de la familia ensamblada que mantiene con su pareja”, respondió el psicólogo. La mujer vive sola en una casa que alquila Peláez desde hace seis meses, cuando dejaron de convivir a raíz de un episodio violento que le costó una restricción perimetral sobre uno de los hijos del cirujano.
De acuerdo a lo que manifestó la misma paciente durante las sesiones, las prácticas sexuales que llevaba adelante con el médico (tríos) no eran contra su voluntad y siempre contaban con su consentimiento.
Sin embargo, sí la conflictuaba la elección de la tercera que “se metía en la pareja”. “Por una cuestión de celos, capaz, la pareja miraba más a la otra persona”, puntualizó.
El psicólogo remarcó que el consumo de sustancias (cocaína y extasis, principalmente) durante los fines de semana “la desestabilizaban mucho”. Negó, a la vez, que Peláez la obligara a consumir. “Consumía con él por gusto”, detalló, y reveló que a la mujer le daban “ganas de hacerlo siempre previo a una fiesta”.
Precisó que el consumo siempre iba de la mano con los tríos que llevaban adelante. “Ella lleva a cabo lo que desea, lo pone en acto”, subrayó. “Era algo mutuo, era proactivo entre ambos. Respondía a la lógica de su pareja”, amplió.
La primera consulta con su actual psiquiatra fue en octubre de 2024. Manifestó que se sentía “muy ansiosa y más irritable”.
Desde entonces, asistió cuatro veces al consultorio. Aunque el tiempo no fue suficiente para diagnosticar a la paciente, la doctora pudo sospechar, en poco tiempo, que padecía un trastorno de ánimo, por lo que le indicó litio, quetiapina y paroxetina para estabilizarla. Estaba al tanto que, además, tomaba clonazepam.
Ambos negaron que la mujer haya mencionado en las sesiones que su pareja la obligara a consumir drogas.