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No todos los héroes usan capa: los tres limpiavidrios que salvaron tres vidas

Agustín Tapia, Alexander Coria y Marcos Márquez, los nombres de los héroes, a quienes por un instante priorizaron la vida de tres desconocidas sobre la de ellos.

Era viernes, cerca de las 17, ellos estaban en la esquina de Benavídez y Bonduel, en el límite entre Rivadavia y Chimbas, trabajando, limpiando el parabrisas de los vehículos que pasaban por la zona. De algunos en realidad, dado que la mayoría los rechazaba.

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De un momento a otro sienten gritos. Gritos de tres mujeres, entre ellas una niña. Los gritos se escuchaban cerca, muy cerca. Salen corriendo hacia el Sur, hacia el canal Benavídez, ubicado a una cuadra de donde estaban y se encuentran con una niña de 5 años, su madre y una joven de 19 años siendo arrastradas por la corriente.

No lo dudaron, se acercaron al canal y empezaron a buscar la forma de rescatarlas. En ese momento, el móvil de Canal 8, conformado por el camarógrafo Claudio Pantuso y el periodista Martín Fernández, pasaba por la zona. Tampoco lo dudaron. Se desviaron del recorrido que tenían previsto hacer y de un momento a otro, uno cruzó el alambrado y fue tras la madre, con la cámara en la mano (siempre). Del otro lado, había que correr y buscar todo lo que sirviera para hacer un lazo. El micrófono iba de un lado al otro.

Cables, mangueras, cordones, sogas y nudos improvisados. Y fe. La fe que lo iban a lograr, que todo iba a salir bien.

Primero salió la niña, la más pequeña de esta historia que pudo haber tenido un final trágico. "Por favor no me soltés", le decía la menor a Marcos Márquez. El limpiavidrios le hizo caso. Sacó fuerzas, vaya a saber de dónde, y lo logró.

Después, la joven. Aquella que en su intento de ayudar a una madre desesperada se arrojó al agua.

Más tarde, el turno de la madre. Costó. "No puedo más, no tengo fuerzas", decía. Se soltó del brazo de Agustín Tapia y parecía que la corriente se la llevaba. Pero la historia no podía terminar así. Apenas unos metros más allá de donde parecía que iba a ser rescatada, logra frenar su recorrido. Claro, con la ayuda de los limpiavidrios, quienes veían como sus pertenencias e incluso el dinero que habían ganado en el día se iba en el agua. De más está decir que eso no importaba, nunca importó en esta historia.

La soga improvisada empezó a ser tirada desde la calle, y de a poco la mujer comenzó a subir la pared del canal hasta lograrlo. El piso ya no era agua, era tierra firme.

Policías por doquier, dos ambulancias y muchos vecinos observando el "espectáculo". Mientras tanto, los héroes recuperando fuerzas. Tirados sobre la vereda, esforzándose por respirar. "Agua por favor, agua", pedían.

Minutos más tarde, como si nada, nuevamente en la esquina trabajando. La "anécdota" de un lado, y a limpiar parabrisas de nuevo para recuperar lo perdido.

La historia de los tres limpiavidrios que les salvaron la vida a tres mujeres

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